La palabra gratis tiene un poder mágico que nos persuade y nos atrae. Se ha escrito mucha literatura sobre sus efectos en las ventas y, por supuesto, ofrecer productos o servicios gratis es una estrategia más que respetable siempre y cuando tengamos claro nuestros objetivo y, sobre todo, los del cliente. Por descontado que las muestras gratuitas tienen tanto tiempo como el ser humano pero últimamente se suele usar este recurso con el fin de desviar la atención de otros factores más que para que el cliente compare entre diversas opciones.
Hace un tiempo mantuvimos una curiosa charla telefónica con una empresa interesada en el servicio de secretaria virtual. Tras un primer contacto, y antes del estudio previo para conocer las necesidades reales de su atención telefónica, nuestro interlocutor nos dijo algo que nos sorprendió: daba por hecho que le ofrecíamos un mes de prueba gratis igual que hacía la competencia. Nos disculpamos muy amablemente y le informamos de que nuestro modo de funcionar es completamente transparente y, al igual que no tenemos ni periodos de permanencia ni consumos mínimos, la prueba gratis no estaba entre nuestras políticas. Tras despedirnos insistimos en que antes de firmar nada comprobara al detalle en qué consistía la prueba gratuita y que se asegurara que la palabra gratis no le estaba ocultando otra serie de obligaciones.
En STK tras varios años de experiencia podemos afirmar que todos nuestros clientes están con nosotros por razones contrastables en términos de servicios, calidad y precio y no para ahorrarse unos euros el primer mes. Respecto al cliente de dicha conversación telefónica no podríamos estar más satisfechos: dos meses más tarde firmó con STK y lleva varios años con nosotros.
